"Hace falta un pueblo para educar a un niño",
solía decir el ex presidente sudrafricano Nelson Mandela. Y cuanto más se
estudia al respecto, más fuerza toman sus palabras.
"Los seres humanos vivieron muchísimos años en tribus
pequeñas en las que había una proporción de cuatro adultos por cada niño. Todos
ellos contribuían a educar, disciplinar y nutrir. Nuestro cerebro está
preparado y espera eso. Hoy, en un jardín maternal, consideramos adecuada la
educación de un adulto cada cinco niños. Una diferencia de riqueza
enorme", señala Maritchu Seitún, licenciada en psicología y especialista
en crianza por Ala.
En ese sentido, la especialista asegura que "no mucho
tiempo atrás" los temas de crianza se daban por sentados entre padres,
escuela y sociedad con el mismo criterio: reglas claras, moral y ética
indiscutible sostenida por los adultos, a quienes los más jóvenes respetaban y
admiraban.
"No todo era perfecto y muchas cosas cambiaron para
bien, hoy vemos a los niños como merecedores de respeto. Pero en otros aspectos
nos excedimos en el permisivismo hasta el punto casi de dejarlos solos".
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